The Walking Dead, mi placer no culpable

Gran serie de zombies

Ahora que ha terminado la primera mitad de la cuarta temporada de The Walking Dead, vamos a analizar sus virtudes y sus defectos. Una serie que ha sido calificada de «aburrida» pero cuya capacidad de adicción es altísima, merece cuanto menos, ser objeto de estudio. Y si se trata de zombies, más aún.

La polémica en esta serie detrás de las cámaras ha sido muy grande. Desde que su primer showrunner, Frank Darabont, fuera despedido, muchos críticos han achacado a su marcha un bajón en el nivel de interés de la serie. Nada más lejos de la realidad. Para mi gusto ha habido algunos altibajos, es cierto, el más evidente fue la primera parte de la segunda temporada. A partir de ahí, la serie me ha enganchado como siempre.

Aparte de los continuos cambios de showrunner, están los que comparan una serie de televisión con un cómic, una misión imposible porque la traslación al medio televisivo de éstos se convierte en una ardua tarea, por las limitaciones del medio. Es más difícil que trasladar una novela, pues tenemos referencias visuales y las comparaciones se hacen aún más odiosas, y porque la extensión lógicamente es superior en la televisión.

El atormentado líder

También se ha criticado la serie de un excesivo intimismo, lo que la hace muy aburrida. De la misma forma creo que ante un Apocalipsis zombie, demasiado contentos están. Rick está abatido desde hace tiempo, ha perdido una esposa, ha tenido que matar personas, incluido su amigo, y además lleva el peso de la responsabilidad de ser el líder, algo de por sí ya es durísimo. La serie no hace más que reflejar cómo seres humanos han perdido todo y a todos lo que tenían de la noche a la mañana. ¿Cómo nos sentiríamos si cada x días perdiéramos a un ser querido? A pesar de que intente poner foco en los personajes y sus sentimientos, para mi The Walking Dead es una serie meramente de acción, como lo era Lost. A partir de aquí, no sigas leyendo si no has visto todavía la serie, pero que sepas que ya estás tardando.

Estos ocho capítulos nos han ido preparando para el cambio que se ha producido. La idea de toda la midseason ha sido la vuelta a la normalidad, la cual no volverá, pero sí van a tener que volver a vagar por los bosques y carreteras, como antes. La puesta en valor de la capacidad de sacrificio de Hershel no fue más que un augurio de lo que estaba por venir. Hershel muere satisfecho por ver a Rick recuperar su liderazgo, de ver que ha tomado la decisión correcta. El granjero muere de forma injusta, pero salió de la serie por la puerta grande.

El gran antagonista de The Walking Dead

Maldito Gobernador. Tenía que volver. Esta es una de las cosas que le puedo echar en cara a la serie. Era un buen personaje pero fue completamente innecesario dejarlo con vida al final de la temporada anterior. Su muerte habría sido un buen final y le recordaríamos como uno de los mejores personajes de toda la serie. Pero su vuelta caminando entre el bien y el mal me parece demasiado forzada. Pero, al menos, ahora lo han matado para siempre.

Por todo esto, The Walking Dead es mi placer no culpable. Me atrapa y no soy capaz de dejar. De ahí mi incapacidad de verla semana a semana. No podría. Dicho sea de paso, para mí es una buena serie, da mucha importancia a los personajes, no son planos como en cualquier serie o película de acción. Y en eso tiene mucho mérito Robert Kirkman, por crear el cómic y Frank Darabont, que marcó las líneas maestras para el desarrollo de la serie y cuyo sello podemos ver todavía en sus personajes y ambientación.